5.30 am. No logro dormirme. Es la primera vez en todo el viaje que estando super cansada me acuesto a las diez y no logro pegar un ojo en toda la noche.
Pensamientos, anécdotas, recuerdos. Se me viene a la cabeza la imagen de ayer a la tarde y pensaba cómo uno se acostumbra a todo. El tiempo nos hace animales de costumbre y lo que un día puede parecer de un modo, al poco tiempo ya lo vemos de otra forma.
Varanassi es la ciudad más increíble como fuerte de toda India. No tengo dudas de que quien llegue aquí por primera vez, tendrá esas ganas de irse a la hora como todos experimentamos apenas aterrizamos. O en su defecto pensará: “por qué no me quedo un día menos” o “cómo puedo cancelar una noche e irme mañana mismo!!!”
Varanassi es, en una primera impresión, simplemente “terrible”. En una segunda impresión: “inentendible”. En una tercera impresión: ”ok, trato de adaptarme”. En una cuarta impresión: “Guille estamos tomando mate al lado de un crematorio, y mientras charlamos de la vida, hay un cuerpo al lado nuestro al que están velando”
Varanassi, en una última impresión, te lleva a entender que lo que creeías que nunca ibas a poder hacer, lo hacés. Lo que creeías que nunca ibas a poder entender, lo entendés, lo que creeías que nunca ibas a poder tolerar, también lo tolerás.
Cuesta aceptar cómo, miles de personas, llegan con tanta fé a querer bañarse en una de las aguas más contaminadas del mundo. Esa misma fé que los inmuniza estoy segura que a mí simplemente me enfermaría.
Cuesta comprender el escenario que se visualiza. Un crematorio a la luz del día y de la noche donde se icineran durante las 24 horas 300 cuerpos por día rodeados de vacas que dan de amamantar a sus terneros, chicos que escuchan mantras convertidos en ritmos electrónicos a todo volumen, mujeres que se sirven chais, pequeños estafadores que persiguen turitas, todo eso sumado a dos argentinos que toman mate como si estuvieran en una plaza.
La imagen es digna de un cuadro de Dalí tan surrealista como la ciudad misma.
Lo cierto es que a mis 31 años y con mis pequeñas experiencias de vida, mientras que hay situaciones que a lo largo de India me ablandaron, el “hacer algo porque hay que hacerlo” me endurece y me impide abrirme a lo que veo.
Para decirlo de una manera más concreta: Me cuesta conectarme con el verdadero concepto de “sagrado” cuando tengo que proponerme y convencerme a mí misma una y otra vez que eso es así, pero en realidad, no lo siento.
Comprar el “Mac Holly” ya no era un combo que me saciaba. Traté de comprender que estaba allí por algo y debía sacarle el mayor provecho posible a la experiencia.
No fue si no hasta el atardecer, que me vi haciendo lo mismo que todos los fieles. Mientras regateaba un recipiente de papel lleno de flores con una velita encendida, un monje me bendecía con el “bindi” del “puja”. Una chica joven me reclamaba incansablemente, “give me fifty rupies for having a boyfriend” mencionando otra de las canastitas con flores y velas para que arrojara al Ganges, y en esa maraña carnavalezca yo le respondía: “ok, but give me special price for my boyfriend”
Kate, mi nueva amiga Canadiense se reía, y al mismo tiempo que colocaba esas canastitas lumínicas en el “Ganga” yo ponía sin que nadie se diera cuenta, una cartita con pedidos especiales al Universo, encarada por un: “Querido Dios….”
Ok, pensé, haría la prueba de confiar y pedir un deseo a esas aguas sagradas que tanta energía debían tener si es que “Shiva se había bañado en ellas”
A la mañana siguiente, me levanté con la extraña sensación de, una vez más, estar donde debía estar, sin saber mucho por qué.
Ayer por la tarde, me despedía de Guille diciéndole estas palabras con las que también me despedía de India..
Siento que finalmente me voy de India comprendiendo que la verdadera búsqueda está sin dudas en todo ser humano. Esa búsqueda nos lleva por diferentes caminos, de acuerdo a la educación, la religión, la cultura. Podemos tener diferentes dioses, y rezar diferentes oraciones. Podemos prender velas, colgar amuletos de la suerte, recitar mantras, comprar imágenes del “Om”, tener estampitas de virgenes y santos. Podemos tener diferentes rituales, y adorar diferentes animales.
Pero lo que nos lleva a todos a ser iguales como seres humanos es la búsqueda incansable por conectarnos con nosotros mismos.
Mi Dios, no estaba en el Ganges, no estaba en San Pietro en Roma, no estaba arriba en el cielo, abajo en la tierra. Mi propio Dios era yo misma. Era el universo. Era la naturaleza. Mi propio Dios me llevaba de la mano hasta el Ganges para mostrarme algo tan sencillo que siempre creí, siempre sentí, pero que no veía.
Creo que todos, a lo largo de la vida, tarde o temprano experimentamos, la leve o gran sensación de vacío o insatisfacción. Esa, es la primera señal para despertarnos.
Mientras sigas durmiendo el contacto con ese ser espiritual interno te llevará a valorar cosas que no te satisfacerán profundamente jamás.
Descubrir lo que verdaderamente radica en nosotros mismos es una experiencia única. Y darse cuenta de ello en un escenario así, es algo que no me olvidaré jamás.
Guauu! Bueno, es tan con-movedor lo que contas que no puedo ni voy a agregar palabras al respecto (al menos mías, hoy...). Pero sí compartir un texto de un gran percusionista, africano, que por sus propios caminos llegó a escribir esto:
ResponderEliminar“Conocer a los demás es Sabiduría.
Conocerse a sí mismo es Sabiduría.
Imponer tu voluntad a los demás, sólo es Fuerza.
Imponértela a tí mismo, es Fuerza Superior.
Demasiado de algo, es Carencia de algo.
Nuestra única y verdadera Libertad consiste en descubrir y desempeñar la realidad Espiritual que está dentro de nosotros mismos.
El espacio de una Vida, da lo mismo que la pasemos cantando o llorando.
Escucha el canto de los Tambores para el Silencio que sigue.
Si eres Feliz, ya eres Rey.”
besos, desde mi propia búsqueda, en BA
pablo
Y la "peregrinación" termina siendo interna, donde volvemos a encontrar y desencontrar, a salir y entrar, a las manos tendidas y sostenidas.
ResponderEliminarPeregrinemos.
Besos.